Mo Salah celebró su gol haciéndose un selfie con el teléfono de un aficionado, mientras el Liverpool sellaba el título de forma sorprendentemente sencilla.
En una temporada en la que pocos los daban como campeones antes de empezar, el equipo de Arne Slot, con un juego casi perfecto, se ha paseado hacia la victoria, aparentemente sin apenas esfuerzo.
Esta victoria para sentenciar la liga pareció la más cómoda de todas ante un Spurs desdibujado que, al parecer, había renunciado a su campaña en la Premier a favor de la Europa League.
Aparte de un cabezazo inicial de Dominic Solanke, el equipo de Ange Postecoglou fue un rival ideal para los `reds` en busca de la gloria, y se desmoronó en cuanto los locales aumentaron una marcha.
Goles en la primera mitad de Luis Díaz, Alexis Mac Allister y Cody Gakpo dejaron el resultado de este partido, y de la carrera por el título, fuera de toda duda.
Luego, un golazo de Salah y un gol en propia puerta de Destiny Udogie tras el descanso redondearon un marcador de celebración para brindar por una fiesta en Anfield que se llevaba 35 años gestando.
Y es que esta era la primera vez que el Liverpool podía celebrar un éxito de liga frente a sus seguidores desde que el equipo de Kenny Dalglish consiguió el 18º título del club en 1990.
Hace cinco años, Jurgen Klopp ganó el 19º -y su único título de Premier League en su brillante etapa-, pero claro, aquello fue en tiempos de Covid, cuando no se permitía público.
Los aficionados lo compensaron con creces aquí, viendo a su querido club igualar al Manchester United con 20 títulos, trayendo un ambiente festivo mucho antes de que el partido empezara.
Miles de personas se alinearon en las calles alrededor del estadio, ondeando banderas y bengalas a la llegada del autobús del equipo.
Dentro del estadio, todos estaban de carnaval, incluyendo a Sir Kenny y Alan Hansen, que estaban presentes.
Este día memorable para los anfitriones llegó 24 horas antes del aniversario en que conquistaron el título en 1990.
El equipo de Dalglish, capitaneado por Hansen, también empezó perdiendo tras un cabezazo tempranero cuando Roy Wegerle sorprendió a Anfield para el QPR.
En aquella ocasión, los nerviosos locales tuvieron que esperar justo antes del descanso para que Ian Rush empatara antes de que John Barnes sellara la victoria 2-1 desde el punto de penalti tras el descanso.
Aquí, los nervios se calmaron mucho más rápido después de que el potente cabezazo de Solanke amenazara con pinchar la atmósfera festiva a los 12 minutos.
El delantero inglés, que tuvo una breve etapa en los Reds de joven, se desmarcó de Díaz y superó a Ryan Gravenberch en el salto para cabecear potentemente el córner de James Maddison.
Nadie lo vio venir, pero casi todos esperaban la respuesta.
Llegó rapidísimo, incluso para este excelente ataque del Liverpool y esta porosa defensa del Spurs, ya que el equipo de Slot anotó un doblete rápido.
Primero, Salah encontró ingeniosamente a Dominik Szoboszlai, quien se la cedió a Luis Díaz para que rematara a placer.
Szoboszlai, ahora el primer campeón húngaro de la Premier League, fue inicialmente declarado en fuera de juego, pero el VAR intervino correctamente y el gol fue concedido.
Seis minutos después, y después de que Gakpo tuviera un gol esta vez correctamente anulado por fuera de juego, los locales se pusieron por delante.
El Spurs, tan a menudo artífice de su propia caída, solo podía culparse a sí mismo, ya que Mathys Tel perdió la posesión intentando sacar el balón jugado desde atrás.
Gravenberch se anticipó a Archie Gray y logró pasarle el balón a Mac Allister, quien armó su pierna izquierda y disparó el balón a la escuadra.
Postecoglou había comentado durante la semana cómo a veces había “pinchado al oso” con sus propios críticos esta temporada al responderles sarcásticamente.
Pinchar al oso fue una buena descripción de lo que su propio equipo le había hecho al Liverpool aquí, y su equipo fue devorado como castigo.
Dos se convirtieron en tres en el minuto 34 para disipar cualquier atisbo de incertidumbre en la ocasión.
El Spurs volvió a cometer un error cuando un cabezazo patéticamente débil de Lucas Bergvall para intentar despejar un córner cayó a los pies de Gakpo.
El holandés tuvo el espacio para controlar el balón, pasarlo a su pierna derecha y colocarlo en el ángulo lejano.
La animada celebración de Slot en ese momento sugería que incluso él, la cabeza fría que insistía en que nadie se adelantara a los acontecimientos, sabía que el título era suyo ahora.
Tras el descanso, solo era cuestión de cuántos goles más marcarían.
Adrián Montoro